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Posted By Eva
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Hoy me apetece hablar de la aceptología.
Siento la necesidad de escribir sobre lo que según mi humilde opinión deshace cualquier sombra de sufrimiento.
Eso que hace que cuando lo consigues, se desvanezca toda la ira, la rabia y la frustración que tienes dentro.
La aceptología
La ciencia que nos libera del sufrimiento no es otra que la aceptología. Cuando te sumerges en ella, uno empieza a tener una visión de la vida distinta, empieza a ver el universo de otro modo y hasta nosotros mismos nos vemos diferentes.
Y hablo de ciencia, sí. Porque lo es todo aquello que podemos medir, que podemos verificar y que no necesitamos creer.
Por eso como bien decía Geraldo Schmedling, (mi inspiración para escribir este artículo), no vayas a creer nada de lo que aquí leas, ni en ningún sitio si me apuras. No te creas nada. Lo único que te voy a pedir, si quieres dejar de darte golpes contra la pared, es que lo compruebes por ti mismo.
Para qué sirve
A través de esta ciencia, se aumenta la herramienta de la aceptación hasta la máxima expresión, hasta el punto de llegar a alcanzar la felicidad. Aunque esto de la felicidad, es tan matizable y tan discutible que casi prefiero dejarlo para otra entrada en la que os contaré mi particular opinión acerca de ella.
Para poder a empezar a verificar empíricamente por qué la aceptación es necesaria es imprescindible que contestes a estas tres preguntas:
- ¿Cuáles son tus dos mayores ideales en la vida?
- ¿A nivel personal que esperas obtener a través de realizar tus ideales?
- Si tus ideales no se realizan, ¿puedes ser feliz?
Los ideales
Todas las personas tenemos ideales. Absolutamente todas. No se libra nadie. Un ideal de pareja, de trabajo, de cómo debería ser el mundo. Es normal.
Por otra parte, esperas que cuando se cumplan esos ideales obtengas satisfacción, armonía, paz, o sea crees que vas a ser feliz.
Pero, cuando esos ideales no se logran, … ¿puedes ser feliz?
Habrá quien diga que sí y quien diga que no.
En el caso de que digas que sí, esa respuesta implica que los ideales no son necesarios puesto que a pesar de que no se cumplan puedo ser feliz, que es a lo que aspiramos todos en la vida. Así que si tu respuesta fue afirmativa, vas por el buen camino.
En el caso de que digas que no, significa que tus ideales son un obstáculo para tu felicidad, porque si no se cumplen no puedes ser feliz. ¿Realmente merece la pena sacrificar la felicidad por unos ideales? Desde mi visión de vida, desde luego, no.
Por lo que se puede deducir que los ideales pueden ser la causa de estar dándote tortazos contra la pared, una y otra vez.
Ejemplizando
Te lo voy a explicar con un ejemplo.
Tú tienes un ideal de pareja. El que sea. Eso da lo mismo. Pero luego viene la realidad, la vida. Y te empareja con una persona que está más o menos lejos del ideal que tenías. Es inevitable. Es imposible encontrar a alguien del que no haya algo, que no te guste. A lo mejor te encanta su personalidad, pero te parece que está demasiado gord@ o excesivamente delgad@. O quizás te parezca que está para comer de pies a la cabeza, pero luego no tiene chapeta, o no te gusta cómo quiere enfocar su vida.
¿A qué te va a llevar eso? Pues a nada bueno, la verdad. Porque lo normal es que, al principio, con la emoción del inicio de la relación, no le des importancia a nada de ello. Pero con el tiempo, empezarás a verle pegas e intentarás cambiar a esa persona para que se convierta en tu ideal soñado. Pero la que quieres que cambie eres tú, el ideal es el tuyo y lo más normal es que tu pareja no tenga ningún interés en convertirse en tu ideal porque esté muy a gusto con cómo es tal cual.
Y como tú tiras para un lado y tu pareja para el otro empiezan las discusiones, los desencuentros y las frustraciones y empiezas a tener tantas heridas y tantos dolores que cualquiera diría que has intentado tirar una pared a cabezazos.
Y entonces, ¿Qué hacer?
¿y todo este rollo para qué sirve? Para entender que idealizar no lleva a aceptar la realidad de la vida, del universo o como la quieras llamar. Y cuando no aceptas, estás condenado a sufrir, a angustiarte, a culpar o culparte y a la agresión física, verbal o de ambas.
No sabemos ser felices, y en vez de aprender a hacerlo por nosotros mismos, nos dedicamos a echar balones fuera responsabilizando a cualquier persona, circunstancia o hecho de nuestras desgracias. Pero cambiar lo de fuera no siempre es posible y cuando no lo conseguimos nos estrellamos de nuevo contra la pared.
Gerardo decía, y yo lo comparto al 100%, que venimos a este mundo a dos cosas: Ser feliz por uno mismo, y aprender a amar.
Por un lado, es imprescindible tener claro, que la única persona que puede hacerte feliz eres tú. Ninguna situación, lugar, persona, … te puede hacer feliz a menos que lo valores y te adaptes a ello.
La felicidad viene de adentro. Y ya sé que está muy dicho y redicho, pero es que es así. El problema que yo veo es que, a veces, sabemos lo que tenemos que hacer, pero nos cuesta implementarlo. Porque es difícil cambiar patrones arraigados, porque conlleva esfuerzo y estamos acostumbrados a que sea todo inmediato. Pero no hay otro camino. Nadie te va a dar lo que necesitas. Sólo tú puedes hacerlo. Y cuando aceptas esto realmente todo empieza a cambiar. Pero hay que aceptarlo realmente, no vale entender que es cierto, pero no sentirlo como tal.
Y por el otro lado, aprender a amar a las personas como son, a aceptarlas sin querer cambiar nada de ellas, porque cuando tratas de cambiar a alguien, no lo estás amando, no lo estás aceptando.
El problema es que cuando uno no puede ser feliz por sí mismo, busca que los demás le hagan feliz. Con los demás me refiero a padres, hijos, parejas, amigos, compañeros, circunstancias de la vida, … Además, tienes unos ideales respecto a lo que necesitas para ser feliz, que nunca se van a cumplir porque la felicidad, repito, no viene de afuera. Y ese es el primer gran error.
Cuando una pareja no cumple tus expectativas de ser feliz, la culpas de que no sea capaz de hacerte feliz. Y como tienes la culpa, mereces un castigo, y ahí empiezan las heridas, y los golpes y el sufrimiento.
Y tú, ¿qué quieres, aprender a ser feliz por ti mismo, o estar sufriendo el resto de la vida?
Si quieres que te ayude a hacerlo, te puedes poner en contacto conmigo. Te responderé encantada a todas las dudas que tengas.
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